20 a 22 de octubre de 2018
Durante el finde en Lamay queremos aprovechar a conocer alguna comunidad cercana. Nos damos cuenta de que muchas de las comunidades rurales del Valle Sagrado ofrecen alojamientos y opciones de turismo vivencial.
Por casualidad, el vecino de chacra de Yanapay, Abdón, vive en una comunidad un poco más arriba, Huayllafara, y tiene alojamiento.
El sábado baja a buscarnos y subimos por un camino precioso bordeando el cerro y dejando abajo Yanapay. Durante el camino nos va enseñando numerosas plantas medicinales. Nos acompañan Chucho, Oso y otro perro de las casas de al lado.
Al llegar nos recibe su mujer Apolinaria y sus hijos, Adriana y Benjamin. Y después de enseñarnos nuestra habitación (con somieres de adobe) y de tomar un mate, nos sirven una deliciosa comida.
Al día siguiente salimos por la mañana con Abdón y Adriana a recorrer la comunidad y visitamos el centro de interpretación, donde hay un calendario de los cultivos de la zona y una muestra de las herramientas que usan.
Volvemos a casa a seleccionar las semillas de maíz, haba y “arbejas” (guisantes) y tomamos mote con queso antes de ir a la chacra cercana a plantar.
Lo primero que hacemos es limpiar la tierra de ramas de quinoa secas. Llega la chicha! sin ella Abdón dice que no trabaja. Es una bebida alcohólica hecha de maíz fermentado y muy popular en Perú (demasiado en la población rural). Abdón hace un pago a la pachamama antes de empezar a beber un par de vasos. Saca su bolsita de hojas de coca y hace otra ofrenda, enterrando un número par de hojas, que asegurará una buena cosecha. “Piqchar” o mascar coca da energía, quita el apetito y la sed, así que es una ayuda en estas latitudes para la gente del campo.
Estamos listos para sembrar! En cada huequito que hacemos con la herramienta echaremos unas tres semillas de maíz mezcladas con un par de habas o guisantes. Ha resultado muy ameno, seguramente por ser la primera vez y hacer muy buen tiempo…
A la vuelta a casa nos espera un delicioso plato de cuy al palo.
Y pasamos la tarde en la ladera, jugando con Adriana, mientras disfrutamos de las vistas del valle y de la puesta de sol. David aprovecha a bajar a Chucho, el único de los perros que se había quedado, ya que a la mañana siguiente bajaremos a Lamay pueblo y tememos que se pierda.
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